Tos, estornudos, mocos, picor de
garganta y malestar general. Estos son algunos de los síntomas, que nos traen
de cabeza, cuando los virus colonizan nuestras vías respiratorias. Se estima
que los niños sufren alrededor de ocho resfriados o catarros al año y son los
principales motivos de consulta al pediatra y de ausencia escolar.
En casa, cuando uno de nosotros empieza
a toser, me echo a temblar. Ya sé que durante las próximas dos semanas iremos
cayendo uno tras otro y que nuestra convivencia se desarrollará inmersa en un
festival de pañuelos, jarabes, analgésicos y cansancio agotador. Y es que
evitar el contagio es muy difícil. A pesar de las recomendaciones de no toser o
estornudar encima de otras personas, de hacerlo siempre sobre un pañuelo y de
extremar la higiene de las manos, la mayoría de los catarros están causados por
los rinovirus, que viven en pequeñas gotas invisibles, que permanecen
suspendidas en el aire que respiramos esperando una oportunidad para colonizar
un tejido.
Los virus son responsables de los resfriados de los niños
Los resfriados son contagiosos durante
los 2 o 4 primeros días en que aparecen los síntomas. Basta con inhalar aire
que tenga partículas de virus, entrar en contacto con una persona resfriada o
tocar alguna superficie contaminada con algún rinovirus para contagiarnos.
Aprovechan los cambios de temperatura corporales, tan habituales en la época
invernal, para colarse en nuestro organismo y acampar a sus anchas. Los
rinovirus suelen penetrar en el organismo aprovechando un enfriamiento de las
fosas nasales de los que experimentamos varias veces al día en nuestra vida
cotidiana al entrar en clase después del recreo, al montar en el autobús
después de haber estado un rato esperándolo en la calle o al llegar a la
oficina, a casa o a un bar tras haber caminado un rato por la calle.
Una vez dentro del organismo sobreviven
aproximadamente unos siete u ocho días, que es el tiempo que dura la
enfermedad. Existen más de 100 tipos de rinovirus, que son capaces de atravesar
los revestimientos de protección, provocando la reacción de nuestro sistema
inmunológico que se defiende con fiebre, una alteración de nuestra temperatura
corporal encaminada a atacar a los gérmenes intrusos. Otros síntomas que podemos
presentar tanto los niños como los adultos son picor de garganta, nariz
congestionada, estornudos, dolor de cabeza, cansancio, dolores musculares y
pérdida del apetito.
Estos síntomas pueden confundirse, en
ocasiones, con los de una gripe, una enfermedad común también producida por un
virus. Para distinguirlas, ten en cuenta que mientras los síntomas del catarro
se notan lentamente, la gripe aparece de forma repentina, cursa con fiebre
alta, tos seca, dolor de garganta, muscular y de cabeza, escalofríos y un nivel
de agotamiento severo. Tanto si es gripe o resfriado, lo mejor es consultar
siempre con el pediatra para seguir el tratamiento más adecuado. Beber mucho
líquido y descansar es siempre la mejor receta antiviral para recuperarse
pronto.
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