Llegar a la casa un día de mucho frío o lluvia, cambiarse de
ropa, secar los pies en la estufa y tomarse un sopa ¿Qué mejor? Que además la
sopa sea natural y hecha en casa.
Cuando hace frío, se sabe que el cuerpo ocupa más energía
porque el organismo necesita mantener una temperatura que ronde 37 °C para
efectuar sus procesos, por ello se incorporan a la dieta alimentos con un alto
contenido calórico. El problema es que este cambio en la alimentación puede
traer efectos nefastos en nuestra digestión y acarrear de paso unos cuantos
kilos de más.
En este contexto la sopa es la panacea: otorga calor al organismo
pero de manera sana. Una de sus principales características es que se compone
fundamentalmente de agua que ayuda a mantener una adecuada hidratación y es
baja en calorías, lo que permite llevar una dieta equilibrada.
Además permite integrar una amplia variedad de ingredientes
pudiendo combinar verduras, todo tipo de carnes, pastas, arroz, legumbres y
adicionarle distintos condimentos, lo que se adapta a diferentes gustos,
necesidades digestivas o nutricionales de cada persona, así como también a las
distintas etapas de la vida.
Eso sí, deben ser sopas hechas en casa o naturales, las que
vienen en sobre tienen un alto contenido de sodio. Lo recomendable es
integrarlas a la alimentación habitual como entradas de comidas principales
como el almuerzo o la cena y prepararlas con alimentos frescos, asegurándose de
adicionar la menor cantidad posible de sal y alimentos pre-elaborados que
disminuyan su calidad nutritiva.
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